Fabio Morábito (1955)
nació en Alejandría. De padres italianos, pasó su infancia en Milán y a los 15
años se trasladó a México, donde vive desde entonces. A pesar de que el
italiano es su lengua materna, ha escrito toda su obra en español. Es autor de
cuatro libros de poesía, dos libros de prosas, una novela y una novela breve
para niños. Ha traducido la poesía completa de Eugenio Montale y el Aminta de
Torquato Tasso. Ha residido largas temporadas en el extranjero y varios de sus
libros han sido traducidos al alemán, al inglés, al francés, al portugués y al
italiano.
Portada del libro El idioma materno |
Ochenta y cuatro textos
breves componen El
idioma materno (Sexto
Piso, 2014) un particular viaje en busca de
sus raíces como escritor, y traza en estas páginas una suerte de personalísima genealogía de su vocación literaria. El resultado es un libro lleno de lucidez e inteligencia, una deliciosa e inclasificable meditación que mezcla el ensayo, la autoficción y la confesión y que es, ante todo, y en cada momento, una celebración de la pasión lectora y de las diversas manías a las que da pie —y en la que muchos se sentirán reflejados—, a la vez que una constatación de las complicadas relaciones entre lenguaje, escritura y mundo.
sus raíces como escritor, y traza en estas páginas una suerte de personalísima genealogía de su vocación literaria. El resultado es un libro lleno de lucidez e inteligencia, una deliciosa e inclasificable meditación que mezcla el ensayo, la autoficción y la confesión y que es, ante todo, y en cada momento, una celebración de la pasión lectora y de las diversas manías a las que da pie —y en la que muchos se sentirán reflejados—, a la vez que una constatación de las complicadas relaciones entre lenguaje, escritura y mundo.
Fabio Morábito |
Sin ser una autobiografía, impresiona la
voluntad de desnudamiento que recorre cada uno de estos textos, empezando por
la aceptación de que escribir es una forma de darle la espalda al prójimo. Si
el aprendizaje del idioma materno supone para el hablante la renuncia a ese
momento inicial en el que todas las lenguas se abren como una promesa, como una
potencialidad igualmente factible, este libro «nos proporciona a base de
lenguaje la salida del lenguaje, el atisbo de la realidad del mundo»; una forma
de desandar el camino, abandonar las supuestas certezas y alcanzar ese punto de
inseguridad e indeterminación, de extrañeza y fascinación, en el que se puede
afirmar precisamente que un escritor es aquella persona a quien le cuesta
escribir más que a ninguna otra.
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