miércoles, 9 de mayo de 2012

Ya ni mileurismo

Esto es grave, no podemos soportarlo más, no quiero seguir viviendo esta triste y bucólica situación. Antes nos ilusionábamos imaginándonos mileuristas, pero ahora la dura realidad nos abofeteó en todo el careto, no seremos nunca un profesional bien pagado. ¿Cómo daré de comer a mis hijos, o cómo pagaré las facturas del mes?
   En el techo del baño tengo un agujero, una humedad provocada por el vecino que nos pisa, sí, nos pisa y nos zapatea cuando quiere. Resulta que no tiene seguro de hogar, como España, sin seguro para los hogares.
   Huele raro, a polvo tóxico, no sólo el ambiente diario, también mi baño. Mi padre se ha ofrecido para arreglarlo viendo que el vecino se demora en solucionármelo, pero yo no quiero, es culpa de Rafael, así se llama, mi vecino, el que nos pisa la moral, como la crisis.
   La crisis dura demasiado, la recesión parece no finalizar nunca. El español medio está cabreado, agonizando. Discute con la pareja, con el vecino, con los hijos, todo es una mierda. No hay futuro posible, dicen que está crudo, que hay  que luchar. ¿Hasta cuándo?
  Quiero salvarme, vivir bien, pagar la hipoteca, no mejor, incrementarla porque no quiero un piso de sesenta metros, quiero una casa, con cuatro dormitorios, con dos baños, con una cocina grande, para charlar sobre lo bien que nos va, sobre los viajes que realizaremos, sobre las barbacoas que disfrutaremos en el patio, mi patio soleado, inmenso, que invita al descanso, pero no al eterno.
   Mil euros son insuficientes, me da asco, pero he de reconocer que los gano, y que son insuficientes, no puedo pagar todo lo que debiera, tengo que hablar con el jodido subdirector de mi sucursal para comentarle que pague los recibos que lleguen a mi cuenta, y él, encima, se permite recordarme que por supuesto que cargará todos los recibos, pero con su debido interés demorante. Por el culo se los metía yo, pero con sonrisa.
   Pero veo que ya no hay ni mileurismo, que ahora se lleva el nimileurismo, algo horrible y horroroso. Esto es un sueño, tengo que despertar, no quiero  vivir más esta pesadilla: los jóvenes licenciados, con varios idiomas me atienden en las tiendas donde compro, Carrefour, Hipercor, Día, Mercadona... yo los admiro, los amo desde el silencio, los animo a no decaer, a seguir con esperanza, por mi, por ellos.

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